viernes, 19 de agosto de 2011

El blindaje de la UNASUR en Marcha


Se reunió el Consejo Suramericano de Economía y Finanzas de la UNASUR. Se ha echado a andar una mecánica de defensa regional conjunta frente a la crisis global de las potencias capitalistas. Un paso histórico.
Por vez primera la UNASUR reunió el 12 de agosto en Buenos Aires a sus ministros de Economía y a los presidentes de los Bancos Centrales para que delineen una estrategia común para blindar a Suramérica de tal manera de evitar que los llamados “países centrales” –llámense Europa occidental y Estados Unidos- , profundamente enfermos y en plena decadencia, contagien a nuestra región.
Una nueva reunión se realizará el 24 de agosto y finalmente serán los presidentes en los próximos encuentros, los que aprobarán esas políticas a aplicarse en común. De esta manera se ha dado nacimiento al Consejo Suramericano de Economía y Finanzas,
cuyo funcionamiento será, sin lugar a dudas, una caja de resonancia de lo que vaya sucediendo en el mundo y, sobre todo, de la relación de fuerzas en cada una de las naciones de la UNASUR.
Nunca antes la Unión de Naciones Suramericanas habían encarado el tema de llevar adelante políticas económicas acordadas entre todos; en su corta historia, las importantes definiciones políticas que habían tenido, terminaban allí, no avanzaban al plano práctico de llevarlas al terreno de las economías, debido a la diferenciación que existía –y existe- entre cada uno de los socios. Pero hoy la gravedad de los sucesos es tan mayúscula que hasta regímenes neoliberales como los de Piñera en Chile o de Santos en Colombia, se vieron impulsados a ser parte de la elaboración de esas estrategias en común porque el contagio de la crisis está a las puertas.
Entre las medidas que el flamante Consejo comenzó a delinear están; implementar un fondo latinoamericano de reservas como barrera para desbaratar el ingreso de capitales de especulación financiera; el uso de monedas locales en un intercambio comercial interregional que es en estos momentos muy importante -120.000 millones de dólares-, desdolarizar esas transacciones y utilizar monedas locales o una moneda en común ya que el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de pérdida de valor como moneda de reserva mundial; acelerar el nacimiento del demorado Banco del Sur o, como alternativa, crear o reorientar otras bancas de desarrollo regional pero independientes del FMI y Banco Mundial.
En el terreno financiero se ha puesto en discusión cómo orientar, qué sentido darle en el proceso integrador, a los 700.000 millones de dólares que suman actualmente las reserva de los Tesoros de los países de la UNASUR. ¿Cómo resguardarlos si están mayormente en dólares, una moneda cuya perspectiva es el derrumbe junto a su imperio? ¿No sería más conveniente acumular fondos en un Banco del Sur en lugar de tenerlos colocados “a plazo fijo” en la banca de los “países centrales”?
En el interrogante de qué hacer con esas reservas, obviamente surgieron discrepancias. Como en Argentina en la época de Martín Redrado, el presidente del Banco Central de Colombia adujo que no podía tocar reservas porque estaba impedido por determinadas legislaciones. El ministro peruano de Economía que Ollanta Humala colocó en su gabinete como resultado de su compromiso electoral, sostuvo también ciertas concepciones conservadoras. De todos modos, ni uno ni otro, han sido coincidentes con sus respectivos Presidentes ya que en realidad habían sido ellos impulsores de la creación del Consejo en la reunión de la UNASUR en Lima.
Así, en cada tema profundo del debate, surgieron enfoques diversos. Y es lógico que así haya sido, porque no son lo mismo los gobiernos de Ecuador y Venezuela –que sostuvieron medidas más de fondo tendientes a trasformar la actual estructura financiera- y los gobiernos de Colombia o Chile, defensores de las concepciones neoliberales atadas a prácticas que ahondan la desigualdad social.
También hubo enfoques diferenciados al abordarse cuestiones del comercio exterior, aunque en general se coincidió en extender las experiencias del Sistema Único de Compensación Regional (S.U.C.RE), desarrollado entre los países integrantes del ALBA o el Sistema de Pagos en Monedas Locales (SML), entre Brasil y Argentina. La iniciativa es altamente positiva, pero no olvidemos que gran parte del intercambio comercial en muchos países lo producen corporaciones multinacionales instaladas en uno y otro territorio. ¿Aceptarán esas corporaciones desdolarizar su comercio?
Cada item del temario que se impuso el Consejo, es inevitable trasladarlo o vincularlo a lo que ocurre en política económica al interior de las naciones que integran la UNASUR.
Precisamente, uno de los puntos no abordados ha sido qué modelo productivo y social debe ser el imperante y cómo articularlos para asegurar soberanía e independencia, elemento fundamental porque es la base de cualquier política de finanzas o comercio exterior.
En este sentido, no todos tienen el mismo desarrollo del Estado en el control de resortes básicos como hidrocarburos, política alimentaria y otros recursos naturales. Y esto hace que las coincidencias en temas de fondo no sean fáciles.
Hay otra cuestión que si bien ha sido abordado, aun no asoma con claridad suficiente: regular los flujos de capitales derivados de la inversión extranjera.
Este punto asoma hoy como una necesidad urgente ya que la salida de dividendos de las corporaciones hacia sus metrópolis es cada vez mayor. En Argentina, por ejemplo, en estos primeros seis meses del año, han emigrado casi 10.000 millones de dólares. Junto a esas imprescindibles medidas reguladoras también cada país debería controlar más severamente la acción de la banca privada que utiliza impunemente mecanismos de absorción del ahorro regional para, en definitiva, llenar los tesoros financieros de las grandes corporaciones.
Dichas estas carencias, contradicciones e impedimentos que frenan los avances, lo fundamental es que resulta auspicioso que se haya abierto camino la discusión en un terreno neurálgico como lo es la economía. Es una discusión que tiene una base de partida: defenderse de la crisis que se extiende por Europa y Estados Unidos prescindiendo de las políticas que puedan dictarse desde ese Norte otrora poderoso y que ahora muestra que está en caída crítica.
Lo que ha tratado en Buenos Aires el Consejo es recién un comienzo y habrá que analizarlo en su perspectiva, una perspectiva quizás más cercana de lo que pensemos ya que los debates se irán forzosamente profundizando porque estarán jaqueados por la gravedad creciente de la crisis global capitalista. En síntesis, el nuevo Consejo irá haciendo camino al andar.
Se trata –señaló el canciller venezolano Nicolás Maduro en declaraciones a Página 12- de un “paso histórico hacia la independencia económica de la región, es una señal muy clara del trabajo conjunto para enfrentar la crisis sistémica del capitalismo del norte”.
Dos días después de la reunión del Consejo ocurrió en Argentina el gran triunfo electoral de Cristina y sus aliados: este ha sido un formidable aval a la política de integración e independencia de los pueblos de la región. No por nada, la Presidenta, en conferencia de prensa un día después de los comicios primarios, pidió al Congreso que, dada la profundidad de la crisis mundial, acelere la aprobación de la ley que pone barreras a la extranjerización de la tierra. La tierra, obviamente, es un recurso estratégico y no renovable, fundamental para asegurar su utilización soberana como parte del blindaje en marcha.